UMTS
Hay que ver cómo hemos cambiado
Ya sabrán Ustedes a estas alturas que el futuro se escribe con estas impronunciables siglas. Al parecer todos los españoles vamos a lanzarnos a las tiendas más próximas de Amena, Airtel o Telefonica, así como a las casetas de obras de las carreteras en proceso de adecentamiento a cargo de FCC o ACS, para hacernos con nuestro propio móvil de 3ª generación. ¿Por qué? Muy sencillo, con nuestro UMTS se puede navegar por Internet, ver la tele, recibir películas o ver la cara de nuestro interlocutor mientras hablamos con él. Avance tecnólogico espectacular, como queda dicho. Nosotros, sin embargo, queremos hacer notar ciertas pegas que suponemos serán meras nimiedades ante el furor que la Nueva Economía en materia de Telefonía Móvil impondrá. A saber:
– En esa pantallita tan pequeña del móvil, ¿quién coño va a ver películas o a navegar por Internet? No hay problema, el móvil UMTS se conecta al televisor.
– Si tenemos que salir de casa con una tele a cuestas, ¿para qué sirve el invento este? No hombre, es que te conectas a la tele cuando estás en casa, pero no te la llevas puesta.
– En ese caso, ¿por qué carajo el teléfono en cuestión es un móvil y no un fijo? ¿Podemos quedarnos con nuestro móvil antiguo (aclaro que yo no tengo, se trata de una interrogación retórica) y ponernos una cosa de esas tan chula en casa, pero en el fijo?
– ¿La morfología humana impone límites a la Nueva Economía? Lo comento por eso de hablar y ver a nuestro interlocutor a la vez. Informamos a los señores propagandistas del UMTS que las orejas de los seres humanos están en un concreto lugar (y son imprescindibles para escuchar), la boca (básica para hablar) en otro y, por último, los ojos (que intuimos serán precisos, además del teléfono UMTS, para ver a nuestro colega telefónico) siguen donde solían, de modo que el aparatejo en cuestión, si debe atender a estas básicas consideraciones, puede ser un armatoste de mucho cuidado.
Yo, por si acaso, ya he hecho mi reserva de UMTS, no vaya a ser que me quede sin.
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